sábado, 7 de mayo de 2011

♥Extremo como el amor

Tenía un nudo en la garganta que intentaba impedir lo que estaba a punto de hacer.
Me temblaban las piernas, y el corazón latía a gran velocidad.
Estaba asustada, sí, pero era demasiado tarde para echarme atrás.
Entonces respiré profundamente, cerré los ojos, y me lancé a aquel vacío que se presentaba ante mí.
Caía velozmente, en el primer momento pegué un chillido y sentí miedo, pero a medida que caía, mejor me sentía. Era libre y la adrenalina incrementaba en mi interior.
Sonreí y abrí los ojos para observar como el suelo se acercaba a mí, cada vez más...O bueno, en realidad, era yo la que se acercaba al suelo. Y, momentos antes de que me chocara contra él, sentí un tirón que me detuvo y di unos rebotes en aire.
-¡Wooooooooow!-grité con todas mis fuerzas. Había sido realmente único: emocionante, apasianonante, escalofriante...¡Fantástico! Sin duda alguna, una experiencia que volvería a repetir.
-¿Todo bién allá abajo?-me gritó el monitor en cuanto el movimiento de la cuerda se estabilizó.
-¡Perfecto!-le contesté alucinada.
-Ahora te subimos.-me informó con otro grito.
Así, poco a poco me empezaron a subir al puente por el cual me había tirado.
Una vez arriba, empecé a reir. Esto del puenting había sido genial.
-¡Me ha encantado!
-Sabía que te gustaría.-me dijo mi novio con una sonrisa satisfecha, quien me estaba esperando.
-¡Ha sido un regalo maravilloso! Extremo como nuestro amor.-dije, era nuestro lema.- ¡Gracias!-exclamé y me lancé a sus brazos.
-Para una amante de los deportes extremos como tú, no podía buscar un regalo diferente.
-La próxima vez te lanzas conmigo.
-No sé...¿Segura que no quieres probar algo aún más extremo?-me preguntó con tímidez.
-¿El qué?-le dije alzando una ceja, llena de curiosidad.
-Un matrimonio.
Mis ojos se abrieron como platos, y no me creía lo que acababa de escuchar.
-¿Qué estás insinuando, Tom?
-No insinúo nada, Eli.-dijo con una sonrisa mientras se arrodillaba ante mí y sacaba una pequeña cajita. Yo no aguantaba la emoción, sabía lo que iba a pasar.-¿Quieres casarte conmigo y emprender la aventura más extrema, la vida, a mi lado?
Cuando pronunció estas palabras, no pude aguantar más, y dejé escapar todo lo que sentía. Una enorme sonrisa se formó en mi rostro y estallé a llorar de felicidad.
-¡Claro que sí!-contesté arrodillándome delante de él para abalanzarme y darle un beso apasionado.
Pude sentir como él también sonreía, y en cuanto me separé, me colocó el hermoso anillo.
Yo lo miré y pude leer una inscripción en letra pequeña:
~T&E, juntos en una aventura que no terminará jamás. Te amo.

Alcé la vista y crucé la mirada del que ahora, era mi prometido.
-La mejor aventura que podría desear. Te amo extremadamente.-le dije sonriente, con las mejillas aún empapadas de lagrimas. Él me devolvió la sonrisa, una sonrisa pura, sincera, realmente llena de alegría.

-Haré lo posible para que sea así, para regalarte la mejor aventura de todas, para protegerte, amarte, y para cuidar tu alegría e intentar que siempre sea,-hizo una breve pausa para tomar aire. No dejaba de mirarme a los ojos, veía la sinceridad y el amor en ellos, me cojió las manos, y concluyó:-Extrema, como nuestro amor.
En ese momento, nuestro lema, me pareció aún más bonito de lo que ya era.


















~Fin...¿O quizás debería decir...Comienzo? El comienzo de una aventura.

lunes, 2 de mayo de 2011

~Buen Viaje.

Todos estaban a su alrededor. Les hubiera gustado abrazarla con el objetivo de retenerla para no dejarla ir. Como si con un abrazo su alma se hubiera quedado aquí. Pero sabían que no pasaría, por mucho que la ataran o la agarraran, ella se iría.
Sus últimos respiros resonaban en el cuarto y la gente los escuchaba sabiendo que sería la última vez que lo harían.
El corazón se les derretía en lágrimas, el dolor crecía y les hubiera gustado parar el tiempo porque todos sabían lo que iba a pasar.
Le cojían la mano con fuerza y le susurraban inutilmente que no se fuera.
Le besaban la mejilla, le acariciaban el rostro.
Ella cada vez estaba más débil, cada vez más cerca de irse.
¿Sentiría miedo? ¿O alegría? O quizás nada porque estaba demasiado llena de medicamentos como para razonar.
Entre la multitud, un hombre se le acercó. Se arrodilló a su lado y con las lágrimas en los ojos, le dio un beso de despedida.

-Buen Viaje. -le susurró al oído con voz dulce.
En ese momento, la mujer empleó la fuerza que le quedaba en sonreir. Y sonriendo, se fue.
















~Now, you are an angel.